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viernes, 10 de diciembre de 2010

La Evaluación como "Tecnología Política"

Estimados amigos y colegas,

Se ha discutido bastante en este espacio el tema de la evaluación. Yo he tratado de sugerir algunos elementos para poner el tema en su justo contexto y con la ayuda de Felipe Martínez Rizo señalar algunos riesgos del mal uso de las estadísticas que resultan de las pruebas.

Ahora bien, conviene preguntarse ¿por qué en todo el mundo se ha extendido una "fiebre" de reformas educativas? ¿Por qué en casi todos los casos las reformas en distintas latitudes tienden a parecerse y a incorporar la evaluación como instrumento principal?

Una respuesta es que en todas partes los sistemas educativos dan malos resultados y es necesario mejorarlos. Hmmm, puede ser. También, se dice, contamos hoy en día con elementos conceptuales e instrumentales para diagnosticar problemas sistémicos, medir el desempeño y mejorarlo. Son "tecnologías" ampliamente probadas en empresas y, crecientemente, en los aparatos de administración pública en muchos países. En efecto, desde que en los años 80 el entonces milagroso desempeño de la economía japonesa puso de moda la "calidad total" en la empresa, los expertos en desarrollo organizacional y medición del desempeño se entusiasmaron con la experiencia empresarial japonesa para difundirla entre empresas occidentales. Posteriormente, los expertos en administración pública se convencieron de que para acabar con la ineficiencia y rigidez en ésta convendría aplicar aquí también las técnicas de la empresa privada. Todo esto ya es hoy una vieja historia pero a la vez totalmente nueva porque estas ideas han permeado el sentido común, el pensamiento aceptado de expertos y tomadores de decisiones en grandes sistemas, como el educativo, el de salud, la impartición de justicia, etc. Son ideas que están claramente presentes en el discurso contemporáneo sobre reformas educativas. Lo hemos constatado en nuestra discusión sobre la evaluación y la reciente noticia sobre los resultados de PISA 2009.

Pues bien, un autor británico, Stephen Ball, piensa que hay otro nivel de análisis sobre esta cuestión. Piensa que hay una lógica performativa en todo esto. Performance, en inglés, se refiere originalmente a un evento artístico público: el performance de la Orquesta Sinfónica Nacional o del grupo de danza X. Tiene entonces una dimensión pública, frente a una público que observa y juzga. Pero también es un desempeño: la orquesta tocó regularmente el primer concierto para piano de Chaikovsky, o no me convenció el baile del grupo de danza X. Observamos y juzgamos el desempeño. La performatividad incorpora ambas dimensiones.

Dice Ball que vivimos, en el contexto de epidemias mundiales de reformas educativas, una presión hacia la performatividad en la práctica educativa. ¿Quieren saber más? Consulten el texto de scribd.com: La performatividad según Stephen Ball.

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